lunes, 22 de julio de 2013

PETRA - JORDANIA

Fotografías de Rossana Arellano, tomas realizadas Mayo -2013

Petra (en árabe, البتراء al-Batrā´) es un importante enclave arqueológico en Jordania, y la capital del antiguo reino nabateo. El nombre de Petra proviene del griego πέτρα que significa piedra, y su nombre es perfectamente idóneo; no se trata de una ciudad construida con piedra sino, literalmente, excavada y esculpida en la piedra.
El asentamiento de Petra se localiza en un valle angosto, al este del valle de la Aravá que se extiende desde el mar Muerto hasta el Golfo de Aqaba. Los restos más célebres de Petra son sin duda sus construcciones labradas en la misma roca del valle (hemispeos), en particular, los edificios conocidos como el Khazneh (el Tesoro) y el Deir (el Monasterio).
Fundada en la antigüedad hacia el final de siglo VII a. C. por los edomitas, fue ocupada en el siglo VI a. C. por los nabateos que la hicieron prosperar gracias a su situación en la ruta de las caravanas que llevaban el incienso, las especias y otros productos de lujo entre Egipto, Siria, Arabia y el sur del Mediterráneo.
Hacia el siglo VIII, el cambio de las rutas comerciales y los terremotos sufridos, condujeron al abandono de la ciudad por sus habitantes. Cayó en el olvido en la era moderna, y el lugar fue redescubierto para el mundo occidental por el explorador suizo Johann Ludwig Burckhardt en 1812.
Numerosos edificios cuyas fachadas están directamente esculpidas en la roca, forman un conjunto monumental único que a partir del 6 de diciembre de 1985, está inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. La zona que rodea el lugar es también, desde 1993, Parque Nacional arqueológico.
Desde el 7 de julio de 2007, Petra forma parte de las Las nuevas siete maravillas del mundo moderno.

Petra se encuentra a mitad de camino entre el Golfo de Aqaba y el Mar Muerto a una altitud de 800 a 1396 metros sobre el nivel del mar en un valle de la región montañosa de Edom, al este del valle del Arabah. Hoy, Petra está alrededor de 200 km al sur de la capital jordana Ammán, aproximadamente a 3 horas en coche.
La situación de Petra, escondida -o más exactamente: construida en gran parte en la misma roca, como si de una escultura se tratase-, está por eso mismo embutida entre rocas abruptas y empinadas, entre los pasadizos o pequeños cañones excavados por la erosión del agua a través de miles de años. Dispone de un suministro seguro de agua, lo que hace que sea un lugar propicio para el desarrollo de una próspera ciudad. El lugar es accesible sólo por un estrecho sendero de montaña por el noroeste, o al este a través de un cañón de aproximadamente 1,5 km de longitud y hasta 200 metros de altura, el Siq, el acceso principal, que en su lugar más estrecho, mide apenas dos metros de ancho.
La presencia de agua y la seguridad proporcionada por el emplazamiento de Petra hizo de ella una parada natural en la intersección de varias rutas de caravanas que conectaban Egipto, Siria y Arabia con el sur del Mediterráneo, cargadas sobre todo con productos de lujo (especias y seda de la India, de marfil de África, perlas del Mar Rojo e incienso del sur de Arabia). La resina de "árbol del incienso" (Boswellia) era codiciada en todo el mundo antiguo como una ofrenda religiosa especialmente valiosa, y también como medicamento.

La actividad comercial generada por las caravanas y las tasas percibidas producían importantes beneficios para los nabateos. Como resultado, la ciudad albergó desde el siglo V a. de C. un importante mercado hasta el siglo tercero.

Petra es una ciudad troglodita situada en medio de acantilados rocosos, rocas y piedras se ven por todas partes. El lugar está compuesto de arenisca, una roca detrítica formada a partir de la agregación y cementación o diagénesis de los granos de arena. Es, por lo tanto, una roca coherente y dura.
Petra está situada en una región con una fuerte sismicidad: se encuentra donde la Placa Arábiga se separa de la Placa África. La sismicidad del sitio se ve reforzada por la proximidad del Gran Valle del Rift. En los años 363, 419, 551 y 747, varios terremotos dañaron la ciudad y sus monumentos.
La capa freática de agua salada existente debajo de Petra ascendió y produjo el deterioro de la base de muchos monumentos.
Alrededor de Petra, se pueden encontrar rocas que contienen sílice, que los nabateos fueron capaces de extraer en las canteras para fabricar hormigón resistente al agua.
Estas características geológicas permitieron a los habitantes de Petra poder ocultarse y protegerse de los ataques externos.

El agua es necesaria para el desarrollo de las actividades humanas. Las fuentes son escasas en esta región de clima semidesértico. Es el agua de lluvia, cerca de 150 mm al año, actualmente de 50 a 250 mm la que asegura las necesidades esenciales. Las fuentes sólo podrían proporcionar agua para unas pocas familias. Los nabateos construyeron un sistema de recogida y redistribución de agua, con reglas para su distribución a los habitantes.
Petra, situada en una depresión, podía recuperar las aguas de una cuenca pluvial de 92 km2 gracias a la relativa impermeabilidad de las rocas1 . Esta baja permeabilidad del suelo plantea muchos problemas, como las inundaciones, que son muy destructivas. De hecho, hasta que fue desviado en el siglo XX, el río Wadi Musa (Uadi Moisés), que fluye desde la fuente de Ayn Moussa (fuente de Moisés) en el Siq, hasta la aldea de Gaia, era responsable de mortíferas inundaciones como la del año 1963. También hay un pequeño Siq que se suma al Siq principal cerca de las tumbas reales.
En el siglo I, Estrabón dice que el pueblo de Petra tiene fuentes en abundancia, ya sea para fines domésticos o para regar sus jardines.

Las instalaciones de recogida y distribución de agua para almacenarla y transportarla a través de un terreno tan escarpado todavía son visibles, incluidos un dique o presa hidráulica y varios embalses. También hubo una amplia red de cisternas. En el noreste y sureste de Petra, las aguas fluían al Siq en galerías excavadas en la roca y recubiertas con pasta resistente al agua, o mediante una red hidráulica de tuberías suavemente inclinadas, hechas de cerámica. La red alimentaba de agua muchos embalses y un ninfeo o fuente pública. Una red de mayor caudal también podía captar el agua de manantiales y zonas más remotas para alimentar a los barrios más altos. Estas redes llevaban unos 40 millones de litros de agua por día a Petra.
El sistema de distribución de agua se comparó con el de Roma, de la misma época, y también muy avanzado, aunque el tamaño de las dos ciudades era muy diferente, Roma estaba mucho más poblada. No obstante, era suficiente para cubrir las necesidades de la ciudad.
El agua, de vital importancia, fue también el talón de Aquiles de la ciudad. Así los romanos cortaron el acueducto durante un asedio de la ciudad con el fin de obtener una rendición más rápida de habitantes.
El resultado de este control del agua generó, en su época, un auténtico oasis artificial. Los restos de estas instalaciones todavía son visibles.

Cuando la ciudad estaba en pleno auge, el agua se utilizaba principalmente para el consumo de personas y ganado y, en una fase posterior, para regar jardines.
Los cereales, la cebada o el trigo, los árboles frutales y las vides probablemente se cultivaron en Petra. Las prensas que se encontraron excavadas en la roca, datan de la época de la dominación romana que dio al vino gran importancia.
Hoy en día, las técnicas agrícolas que utilizaron son visibles por todo el lugar: como cultivos en terrazas en el sector de Zurrabeh, creadas para luchar contra la erosión del suelo y obtener mayores rendimientos.
Desde el abandono del asentamiento, la falta de mantenimiento de las instalaciones de agua provocó la destrucción de la mayor parte de los diques y presas. Sólo unos pocos vestigios son todavía visibles, como las obras dedicadas a la distribución del agua en el lugar denominado "Jardín Romano".
Actualmente, los rebaños de cabras se ven por todo el asentamiento de Petra. Su domesticación ha quedado demostrada desde el Neolítico.

La historia de Petra es larga, su valle era muy estimado por su fácil defensa. Sin embargo, sus primeros habitantes fueron nómadas, no hay huellas físicas de las viviendas más que a partir de la época nabatea, ya que esta civilización construyó y vivió allí durante mucho tiempo.
Tras el período bizantino, el lugar es prácticamente abandonado, por lo que hay pocas fuentes que evoquen ese momento, lo que hace difícil reconstruir la historia de la ciudad durante un largo período. Tras el redescubrimiento de la ciudad por Jean Louis Burckhardt en 1812, se ha encontrado en los escritos de la antigüedad muchas fuentes que evocan la historia de Petra.



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